El Etna, sueño de una erupción, Frank Cornelissen, masacre de emociones y de vinos afiladísimos, y Mota del Cuervo, un magma manchego, antes de llegar al mediterraneo, con la vertiente de airen a punto de rayar el firmamento del vino, han moldeado una sesion de vinos naturales de lo mas emotiva, fiel al espiritu que propugnan, sencillos y tal cuales son.
Mojarse los labios con rosados como el Susucaru y el syrah castellano de Samuel Cano es el lazo entre los sentidos y el poder de la tierra, el viñedo que crece solo. El golpe seco, casto, crudo del airen y la nerello mascalese, boca negra, piel de kaki.
Otro crujido de uvas, el de Jacques Broustet, mas severo que otros cabernet, menos inseguro, el resto del coupage valora el estilo del vino que va desde profundos aromas a delicados toques afrutados. Asi es a veces el Autrement. Y si hay que buscar un detallazo ese lo tiene Viña Ferrer, la garnacha negra, te atropella, es Mizoguchi, expresa lo nuevo pero lo viejo es un gran afecto a conservar. Increible.
El vino tambien es otra sensación, inténtalo.