Volví a encontrarme con el alquimista hace unos dias con sus horas y momentos. En Logroño, capital del vino, universo anticonvencional y revolucionario, venía entintado,  casi como los heroes de las revistas de vino en medio de sus parajes de espalderas.
Tiene una trayectoria ultimamente discontinua, muy rica, liberadora, Steinlen que no se desprende de lo cotidiano del vino de Rioja, con trazos mas vanguardistas en ocasiones
y siempre terminando en un clasicismo realista.
Son vinos como carteles, no le quitemos su impresionismo.


Lo importante
es sentir que existimos. No deberían describirse los personajes, sino lo que existe entre ellos. Un tipo que solo conoce las hormigas no puede hacer un trabajo sobre los coleópteros”  (Jean-Luc Godard, a propósito de Masculin, feminin).
Saborear el vino de un pais supone acercarse a él; comenzar a comprender su historia, su arte, su personalidad. Nunca sabremos quién hace a quién, si el hombre al vino o el vino al hombre”. (Pimpinela, Marquesa de Belvis en Albergues y Paradores de José Luis Borau -Conozca usted España*-).

Los sentidos, que son recuerdos anclados en nuestra doméstica estructura intelectual, se esparcen como la ralladura fina de chocolates Jacquot, un poquito más con leche el de Schmeding, las deliciosas creaciones de Alicia Rios o Elaine Gonzalez, el acabado con naranjas de Terry’s y quién se puede olvidar de aquellos Valrhona negros con champagne…veleidosos cambios y sugerencias.

Hay muchas formas de beber un vino (sin saber de vinos, sin complejos), y una de ellas es la de humanizarlos. Luego hay teorias de cómo es y cómo se ha hecho este o aquel vino, no importa, no hay que preocuparse de quien está enfrente. Beber no es un examen. Pero hay tanto complejo que resulta embarazoso degustar un vino sin que te pregunten ¿qué tal? ¿cómo lo ves?. Dejennos en paz. No sé que pinta una grosella en todo esto e ignoro cuando me está estimulando el tanino…

Por eso humanizarlo es bajarlos de su trono y verlos en su dimensión común y corriente. No estamos leyendo un ensayo de Mircea Eliade.

El vino tambien tiene su paisaje vertical. Es un todo, una amplitud de tratamiento que se basa en multiples fracciones, infinidad de lineas y escuelas, como un tapiz, buscando el sentido de la realidad. Su estilo en la crianza, sumido todo su poder de la tierra en este espacio de tiempo que es el alter ego del vino, su personalidad, el hombre.

Ya estabamos pensando que desde hacia tiempo el 2004 era tremendamente delicioso para dar un salto cualitativo y esperar nuevas quimeras. Qué va! Es verdad que sobresalen las espléndidas cerezas, maduras, el perfil de la vainilla, los toques de cedro y ese fondo ahumado, de bosque, barro y hongo, con finos tonillos de tabaco y el colofón de chocolate negro. Aquí no hay menta. Vienen despues. El 2005 es mas arrollador en nariz, picantón, sin extracción excesiva y dura muchísimo. Tiene flores. Violetas y un suelo como de grava fina, hierro, un bello paisaje de sabores, el elemento de la buena decoración.

Todo está muy bien integrado. Exuberancias. Regalices. Perfume de caja de puros. Longitud. La barrica es pulcra. Limpia y muy clara. Te da tiempo pero no te presiona para que pierdas complejidades entre los curtientes y el carácter joven del vino. Una vueltita y se hace exuberante. Es 2005, no se vayan, y te deja ese tanino sustancial y texturizado. Luego algo de ciruelón, cerezas en licor y anisados, algo de enebro machacado en aceite… Una boca redonda y acabado de gran fuerza expresiva.

Una vez más envuelta en esta capa de celofanes la fruta de este Contino tiene equilbrio, pesa con su acidez y con los toques modernos de un vino que hace estilo con su profundidad, su meticulosa precisión de capas y las multiples combinaciones perfilan el boceto del vino de los sueños. Una maravilla de mano de obra.
Tenteniguada “classics”© por un mundo con Tempranillo
*Fuente:El cine del vino, Bernardo Sanchez Salas.