Poquita cosa. Breve y bueno. Esos extraterrestes de nebbiolos o cabernets que abruman las salas de decadentes críticos. Por un rato miramos a otro lado.
Viajar o bajarse a los vinos de Canarias ya sea por motu propio o con la magia de sus botellas no es un impedimento. De hecho todos tenemos esos sueños.
Aqui lo estan bordando. Lo andan elaborando a coté de los malditos puntos para todos que pueden hacer estallar la buena voluntad del consumidor. Es bonito verlos en la botella, dorados, rodeados de una aureola y el nombre de unos de los tenorios. Lo coherente. Hemos salido de hacer vino a dar expresión al vino que se hace. Lo notarán.
Lo cierto es que beber albillo es hoy uno de los placeres del que no hay que desprenderse. Haganlo ya, pidan a bodega o a sus amigos. La corriente íntima de gente conectada está en marcha. Me apuntas 3 botellitas. Me viene que ni pintadas esas tres que tu tienes.
La abillo, la Piedra Jurada de Perdomo me llegó leyendo a Belgik, un transeunte (Verema.com) rara avis que hay que prestarle atención. Luego la encuentras en las baldas y conoces a los makers en un encuentro de vinos en la noche. Todo popular.
La albillo así es insurgente. Machaca al primer toque, da esos toques de “easy to drink“, estan hechos para llevarte de calle. Y de hecho un añito los deja superiores.
El Níspero lo estoy escudriñando. Su fermentado en barrica es de cuidado. Ni twitter puede con ellos. Hay que enfrentarse al lado blanco de la vida, el vino blanco. Todo el diagnóstico lo favorece. El seco irrumpe insurgente. El dulce destrozará los pusilanimes.
Igual ha pasado con Los Loros, de Fariña Pérez, que diría que llegan a parecerse a un cuvée, asombroso.
Son profundos. El color los adorna. El aroma los engrandece. La boca te deja mudo, es el discurso de los blancos que poquito a poco mueven el motor. Dijimos una vez que los tintos ya tienen su posición, su rankin, sus visionarios con los ojos del marchante, ese broker con ojos de browser.
Pues nada, esto es lo que hay por acá. Luego, de tintorros, el rollazo de un par de barolos, un rioja que dice que no es rioja aunque tiene toda la pinta, a ver si se va ya y se lleva todas las etiquetas y a seguir leyendo el puntualamen de las cosas. Pero esto ya va de otro capítulo. Qué cruz, #PPPoints!