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Los dulces dominan el mundo. Viajaron con los reyes, fueron duelos de reyes, estuvieron a las puertas de fortalezas y cautivaron a los genios, la literatura e inventaron el glamour.

El mejor vino de Burdeos es un Sauternes. Los mejores vinos de Hungria son los Tokaj. Las malvasias de Lipari son los mejores italianos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Los griegos de Santorini. Moscateles
o Palos Cortados del Marco de Jerez, los Portos, los Auslese del Mosela y Rheingau lo dominan todo. Los Madeira son el éxtasis y el fondillón de Alicante es un caramelo para nuestro ego infantil.
Y tenemos en las islas esos cortes especiales que dan los vinos de La Palma o los de Lanzarote. Y es de Tenerife sin duda el iniciado en propagarse por el papel cuché, el Humboldt.
No podemos quejarnos del Testamento ahora o algunas dulcerias de Monje. No dejamos atrás Gran Canaria con el notable esfuerzo de Santos o Mondalón y Bentayga.

La cumbre la ha tocado la malvasia de Carballo, las maravillas de Teneguia o las delicadas fragancias de Matias i Torres.

Aquí esta la mina de oro del vino canario. La malvasia dulce es imparable. Destaca, hechiza, te hace un postre de la vida.
Se hará con el trono isleño.
Ya pueden venir los mejores diagramadores con sus extraordinarias encuadernaciones, que finalmente sucumbiran al encanto de estas limitadas producciones. No importa
que años sí o años no las laberínticas condiciones climatológicas de las islas provoquen algun desastre, el vino es resistente. Espera su mejor momento.

Sólo Bukowski se atrevería a comenzar una de sus exhibiciones con un Icewine “Sweet Tooth Series” pinot gris que es crema, dulce de leche, ropa ajustadísima, tostadas y manzanas caramelizadas.
Muy puntiagudo. De verdad que abre boca.
Romper con todo.

Yquem impresionante, delicioso, reservandose permanentemente; Matias son los especiados, un paso velvet, largo, complejo con notas de fruta de hueso, mucha sutileza y linealidas con bayas rezumando azucar y final amargoso y cortante, se clava en el paladar.
Los auslese son solera fria, apretados, vibran.
La finura virguera a mi gusto estaba en las malvasias de Teneguia. La Reserva y el botritizado. Encanto y frescura. Una densidad y perfecto acabado.
La penetratnte malvasia dulce, con aromas elegantes, cremosos a ratos,  considerable intensidad, acidez suficiente, input de registros continuos y con años ese rico recuerdo de mazapan…
Moscatel, malvasia y baboso negro (¿por qué no?), el dulce está ya en la mesa.

De verdad que hay muy buenos vinos tintos en las Islas Canarias, mejores cada vez, superan otras regiones con la personalidad de sus variedades; los blancos están en la senda correcta de desbancarlos pero la malvasia para vinos dulces puede ser el Toisón de Oro, el LRAD, potencia, desarrollo, la primera plana.

(Cata de vinos sin maridaje. Consumo responsable. Y agua, siempre agua.)