El chocolate y las ciruelas negras regresan, el caliz se abre, la llicorella y el regaliz bendicen la mesa, son vinos intensos, concentrados y oscuros, hay tabaco, hay cerezas, y el final de cedro y balsámicos son la cuerda del butafumeiro.
De nuestra vida de referencias traigo aqui algunos apuntes que tenia marcados en diferentes publicaciones y charlas con amigos del vino.
(I) El vino es ganancia, provecho. Permitamoslo. Es salud.
Un gran testimonio ofrece fray Francesc Eiximenis en el libro tercero del «Christia», donde habla ya de vinos y costumbres catalanas:
«Los catalanes tienen vinos espesos y fuertes, y por esto han de introducirse en el cuerpo y en provecho de él con el poder del agua… Por razón de esta diversidad, no puede establecerse una regla general para aguar el vino, sino que cada cual, sabedor de la resistencia de su cabeza, cate y compruebe, antes de beber, si el vino es fuerte para que no se embriague, y mitíguelo poderosamente con agua hasta templarlo a su medida».
Fray Francesc Eiximenis ofrece una perspectiva sobre el consumo de vino en la Cataluña medieval, destacando la costumbre de diluir el vino con agua. La referencia a los “vinos espesos y fuertes” sugiere que los vinos catalanes de la época eran intensos y posiblemente con un alto contenido alcohólico. Eiximenis aconseja que el vino debe ser consumido de manera que beneficie al cuerpo, lo cual se logra mezclándolo con agua.
La falta de una “regla general para aguar el vino” indica que el proceso de dilución era personalizado, basado en la tolerancia individual al alcohol. La recomendación de “cate y compruebe” antes de beber implica un enfoque prudente y consciente hacia el consumo de alcohol, buscando evitar la embriaguez. Este consejo refleja una comprensión de la moderación y la autoconciencia en la cultura del vino de la época, así como un reconocimiento de la diversidad en la fortaleza de los vinos y la resistencia individual.
(II) Los moxones.
Siempre hemos aprendido, conocido, observado que los eclesiásticos eran en general amantes de los buenos vinos. Refiere Antonio de Capmany que, cuando el general de los Agustinos, cardenal Egidio, llegó a Barcelona, le hicieron muchos agasajos, y le ofrecieron numerosos regalos y presentes,
entre los que enumera «una carga de vino tinto, otra de vino clarete, otra de vino griego, media carga de malvasía y otra media de vino trobado».
No menos entusiasta del vino se muestra fray Juan de Pineda, en su obra «Agricultura Christiana», donde puede leerse: «Y en sonando el nombre del buen vino, no solamente los oídos, boca y narices se abren, y rompen para le recibir, sino que hasta los poros de los huesos se les abren a los buenos moxones, para le meter hasta los tuétanos; y otros le toman en el puño, y cerrándolo un poco, le huelen para conocer, como por el pulso, sl tiene alguna dolencia».
Destacamos aqui la apreciación y el disfrute del vino entre los eclesiásticos de la época. Antonio de Capmany menciona un evento donde el cardenal Egidio fue agasajado con varios tipos de vino, lo que indica la importancia del vino como regalo y símbolo de hospitalidad. Por otro lado, fray Juan de Pineda, en su obra “Agricultura Christiana”, utiliza una metáfora sensorial para describir la reacción entusiasta hacia el buen vino, sugiriendo que incluso los huesos de los “buenos moxones” (posiblemente una referencia a personas de buen vivir o aficionados al vino, término este que nos es muy familiar) se abren para recibirlo. La descripción es vívida y evoca una imagen de la degustación del vino como una experiencia que involucra todos los sentidos y que es capaz de diagnosticar su calidad, casi como si fuera un ser vivo con “dolencias” detectables por el olfato.
Te alegra el dia conocer esto del vino, no es una moda, es un placer.
Deducimos una gran valoración cultural del vino y su papel en la sociedad de aquel tiempo, y no estamos muy lejos hoy en dia…
En otro post hablaremos algo de “Lola”, la de Demy. Es otra sensibilidad. Ideal para un St.Urbans-Hof