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Protos Roble es de esos vinos dedicado enteramente al turismo gastronómico, los toques tan clásicos de fruta roja y negra en compota y la acidez dando perfil largo a la madera de etiqueta te da idea de lo que hay.

cotidianos-014Viñas de Gain más tostado que vainillas y florituras, frutos secos y buena acidez, un nueva generación de mucho caudal aromático y buenas percepciones en boca. Acompaña como un buen tempranillo riojano.

cotidianos-007Pago de los Capellanes es el más perfumado de los catados en esta ocasión, muy abierto, con gran cuerpo y ese sabor tan completo de ciruelas y grosellas maduras.

 

cotidianos-008Arzuaga Crianza, rosas en el momento de su máxima fragancia, nuez moscada y cedro, acidez que da la buena fruta. Aporta buena fragancia que siempre han tenido los Arzuagas.

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Matarromera Crianza un Ribera de estilo in crescendo con aromas a grosella negra y virutas de lapiz combinando fuerza con una destacada elegancia, acabado de frutas negras y el avainillado (dulce) roble fundamental.

cotidianos-010Pesquera siempre ha sido muy austero, los motivos quizás aleja a los elitistas, pero el vino muestra agilidad y tiene un sabor a ciruelas y chocolate negro y un fondo entre mineral y hongos muy atractivo.

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Predicador, la madera es siempre la madera chez Contador/Romeo pero es un must sin el cual no entenderíamos lo que hace. Bien, hay voluntarios para todo.

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Ramón Bilbao Selección 998 barricas con la tempranillo en plan vianda, te deja el aroma de violetas y un fondo de regaliz muy infantil, atractivo, con su inconfundible punto ácido y tánico.

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Muga es como el ahumado predilecto de Rioja, los toques salados a veces de su fruta -mas mineral según la serie Muga que toquemos-, las especias y la madera estimulan aun más si cabe la sugerente conducta de este vino. Aunque habría más comentarios pero uno deja espacio a otras cosas.

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Ángeles de Amaren es el paladar aframbuesado, no le falta complejidad, un deleite su sabor a caja de puros y el final de arandanos con recuerdos florales. Una deliciosa cata del vino.

Una compra feliz.

Por todo el mundo las cepas ya se han internacionalizado de tal manera que podemos encontrar los mejores clones traidos y llevados del nuevo al viejo mundo o a la tercera edad de la historia como ancianas glorias y va y surge el vino de parcela y sarmiento “vintage” o de terroir histórico y experimento, una herencia de la abuela o de campos olvidados con sus cepas casi asfixiadas que no daban para nada y ahora son santuarios de miles de peregrinos en pos del grial bendito… Uf, casi no respiro. El buscado mejor vino del mundo se hace con la pasión que al parecer solo está al alcance de unos privilegiados y los demás tenemos que correr a buscar la guia de turno o comprar la botella con la estola del campeón de tantos puntos, una forma de llenar el vidrio exterior con pegatinas alusivas a los grandes certámenes, las mejores recomendaciones y dentro de poco nos entregaran un lápiz de memoria con las mejores crónicas periodisticas o blogueras del mundo alabando las virtudes del vino en cuestión. Y ya está liada. Te mandan de un viaje vinos confusos de aromas y poderes, tánicos, concentrados, extraidos y biodegradables o estereotipados, y con el estress que nos domina apenas podemos darle otra oportunidad, la primera botella es la que cuenta.

Hay quien se decide por el producto más que por el maravilloso vino. Le pone la etiqueta de un tweet o la frasecita hipster que pegue en las barras más atrevidas y faciles del “megusta”. Perritos, guaguas bajando una cuesta, un cenicero para la piscina o lo que te olvidaste la última vez que estuviste en casa…casi parece un borgoña, es un nuevo mundo, yo busco mas lo de graves que los tozudos bierzos o los pesadísimos pomeroles, aunque un riojita a estas alturas y con el cordero me va más…