-No me sorprendería encontrarlo hablando e intercambiando comentarios con Eugenio Saenz, Juanma Terceño, Carlos Lozano o Antonio Barbadillo.
Sería Lope de
Vega
un winelover
en nuestros dias, un winegeek
de nuestros salones de vino?
Es
una pregunta interesante.
Lope de
Vega,
siendo uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo
de Oro
español, era conocido por su pasión por la literatura y la poesía,
así como por plasmar sus experiencias personales en sus versos.
Aunque no hay evidencia directa de que Lope de Vega fuera un amante
del vino en particular, su obra refleja un profundo aprecio por los
placeres de la vida y las pasiones humanas.
Dado su gusto por la belleza y su curiosidad universal, es posible imaginar que, de vivir en nuestros días, Lope de Vega podría haber disfrutado de la cultura del vino y participado en los salones de vino como un verdadero “winegeek”. Su amor por la exploración de las emociones y experiencias humanas podría haberse extendido al arte de la enología y la apreciación del vino. ¡Quién sabe si hubiera escrito sonetos dedicados a los vinos más exquisitos de nuestra era!
No he podido comprobar que Lope fuera borracho. Por el contrario en «La Dorotea» se dice de don Fernando que no bebe vino, y este personaje es al parecer el propio Lope. Sea de ello lo que quiera, sus obras demuestran que Lope de Vega era un perfecto conocedor de vinos del país y también de diversas formas de beberlo, amén de los trucos de los taberneros para aguarlo o dar falsa medida.
Sobre su conocimiento de vinos dice de los que hay en Madrid en «El testigo contra sí»:
“De la Membrilla y Alsejos
que no hay mas deliciosa malvasía”
Esa malvasia que llaman candia, que hacen en Barcelona, y Perote en Despertar a quien duerma invita a que vallais y beberéis de lo malvado….ya entenderéis que digo malvasía…
En cuanto al vino en Madrid durante la época de Lope, era una bebida muy presente en la vida cotidiana y social. Madrid, aunque no era una región vinícola destacada como otras partes de España, disfrutaba de los vinos traídos de diferentes regiones.
El vino no solo era una bebida popular sino también un elemento importante en la literatura y el teatro del Siglo de Oro, simbolizando a menudo la alegría y la sociabilidad.
Imaginemos a Lope de Vega, el célebre dramaturgo del Siglo de Oro español, en un salón de vinos, rodeado de enólogos y catadores.
…como Alberti imaginandose cisnes blancos y brillantes en los lagos de Canada…
La escena se desarrolla en una bodega antigua, con barricas de roble y el aroma embriagador del vino añejándose. Lope, con su pluma en mano, se inspira en la pasión de los expertos y la nobleza del vino para componer versos que celebren la vida y el amor.
En un rincón del tiempo, donde el vino es arte, Lope de Vega observa, la ciencia desplegarse. Entre copas y risas, la poesía empieza a brotar, y en cada sorbo, un verso, se deja acariciar.
Oh néctar de los dioses, dulce fuente de inspiración, tu esencia me embriaga, eleva mi pasión. Enólogos sabios, vuestra alquimia es sin igual, transformáis la uva, en un líquido celestial.
Los catadores, atentos, en cada giro, un secreto, descifran en el caldo, el sol, la tierra, el viento. Lope, embelesado, su pluma no puede parar, cada aroma, cada matiz, en poesía quiere transformar.
Así, en aquel salón, donde el tiempo se detiene, Lope de Vega y el vino, en un brindis se convienen. Porque en la copa se halla, la verdad de este universo, un sorbo de eternidad, en el corazón inmerso.
Este poema imagina cómo Lope de Vega podría haberse sentido inspirado por la atmósfera de un salón de vinos, utilizando su talento para tejer palabras que capturan la esencia de la experiencia enológica.
Nota *: El mencionado XVI Salon del vino de Madrid es una referencia imaginativa al siglo XVI, época en la que vivió Lope de Vega.